Codependencia y Alcoholismo: un círculo vicioso

La relación entre la codependencia y el alcoholismo es muy estrecha, cada una es generadora de la otra, ambas se encierran en un círculo vicioso que las retroalimenta y les da sentido.

        La persona codependiente tiene de hecho una personalidad en la que es suficiente que se relacione con otra persona que sea alcohólica (o adicto a la droga, a la comida, al trabajo, al sexo, etc.) o bien que esa persona padezca una enfermedad crónica para que el engranaje se eche a andar y se construya una relación donde el alcohólico es dependiente a la sustancia y el codependiente es dependiente al alcohólico.

        La codependencia surge de la necesidad de una estructura emocional interna que no pudo lograrse debido al entorno familiar disfuncional en el que crecimos, esta falta de estructura genera la fantasía de que haciéndonos responsables del alcohólico, este se hará cargo de lo que le toca y así lograremos la estabilidad esperada, es decir, se hará cargo de nosotros, de tal modo que sin darnos cuenta llegamos a responsabilizarnos de él, de sus actos, de sus conductas, en fin de todo aquello que no nos corresponde.

        Esta situación pasa a tal grado que se llega a abandonar nuestras propias necesidades por atender las del enfermo alcohólico, lo que nos hace tener un exceso de compromiso con él y por lo tanto un olvido de nosotros, lo que trae como consecuencia que terminemos enojados, resentidos, sintiéndonos víctimas y lejos de la verdadera meta que es el encuentro con nosotros mismos para resolver aquella falta de estructura y de contención emocional de la que estamos carentes. 

ABANDONAMOS NUESTRAS NECESIDADES POR ATENDER AL ALCOHÓLICO

  De manera inconsciente al pretender rescatarlos nos convertimos en sus cómplices (facilitadores) pues al hacernos cargo de sus responsabilidades les evitamos la posibilidad de resolver por su propia cuenta: mientras los alcohólicos más abandonan sus responsabilidades  los codependientes más las tomamos. 

        Los codependientes hacemos esfuerzos excesivos por satisfacer las necesidades de los demás, pues dada nuestra personalidad dependiente no solo nos hacemos cargo del alcohólico sino de quien está a nuestro alrededor, aunque no al mismo nivel que cuidamos al alcohólico, nos anticipamos a las necesidades, nos afligimos antes de tiempo, arreglamos sus asuntos, pensamos por ellos, “sabemos” lo que es bueno para ellos, es decir, malgastamos nuestra vida rescatando a los que nos rodean. Rescatar es la característica fundamental de la codependencia, consiste en hacer cosas por los demás, que seguramente ellos son capaces de hacer, que deberían de estar haciendo y que no nos han pedido que hagamos por ellos. Esta implícita la idea de que nosotros haremos cambiar al alcohólico por lo que nos esforzamos cada vez más encontrándonos inevitablemente con la realidad: hacer que el otro cambie es imposible.

        La falsa idea de controlar al alcohólico, pretender que deje de beber y se haga responsable de si mismo nos hace pasar de controlador a controlado. Empezamos a tener problemas en otros ámbitos como en las relaciones interpersonales, entramos en un círculo de angustia, desesperanza y  depresión

        La ansiedad por la necesidad de controlar la conducta del alcohólico se vuelve cotidiana pudiendo generarnos muchas veces enfermedades psicosomáticas, se presentan problemas sexuales como falta de deseo o bien aceptamos tener sexo solo por complacer al alcohólico y en otros casos no nos abandonamos a la sexualidad por temor a perder el control. Uno de los riesgos mayores de la codependencia es la propensión a alguna adicción y no pocas veces la inestabilidad interna puede llevar a la muerte.

LA FALSA IDEA DE “RESCATAR” AL ALCOHÓLICO NOS PROVOCA ANGUSTIA

        La paradoja de esta situación es que ninguna persona en su sano juicio aceptaría que alguien la rescatara y nadie querría hacerse cargo de cuidar a otra, es por eso que ambas conductas son consideradas como enfermedades emocionales que requieren tratamiento de manera independiente. El camino hacia la salud emocional implicara la tarea minuciosa de autoconocimiento, el hecho de tomar conciencia será solo el principio, reconocer no solo las propias necesidades sino asumir que esas necesidades son nuestra responsabilidad y no la del alcohólico será la parte más difícil de vencer pues esto implicara hacer una revisión de la estructura interna que nos hará contactar con las carencias arrastradas desde nuestra infancia y por lo tanto nos obligará a hacernos cargo de cubrir estos vacíos, lo que habíamos pretendido depositar en otros termina inevitablemente quedando a nuestro cargo pues no hay manera de llenar esos vacíos si no lo hacemos nosotros mismos.

        Quitar la energía puesta en el alcohólico y depositarla en nuestra propia persona nos permitirá establecer los recursos emocionales que nos den la fortaleza suficiente para hacernos cargo de nuestras vidas.        Para ello, se recomienda asistir a psicoterapia o bien a los grupos familiares Al-Anon.

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